NI LOBOS NI PASTORES, LAS OVEJAS AL PODER
La historia humana se mueve por etapas, los ciclos empiezan y terminan. Los modelos de organización social también están sujetos a estas transformaciones y el cambio siempre parece estar determinado por la crisis. En la actualidad parece que tenemos más dilemas de los que podemos contar. Los ecosistemas se resquebrajan en medio de la mayor cantidad de empresas verdes que se hayan visto en la historia. La pobreza media y la extrema se miden por millones bajo las mayores donaciones filantrópicas de la historia y la sobreabundante producción de bienes y servicios. La tecnología que prometió liberarnos de la esclavitud del trabajo, es usada como herramienta de acumulación de capital, mientras genera cada vez más desempleo. En definitiva, los modelos político y económico se han vuelto incapaces de responder a los enormes retos actuales y en ocasiones más bien parecen las causas.
Irónicamente, jamás habíamos tenido tantas posibilidades reales de progreso como ahora. Disponemos de acceso ilimitado a la información, hemos avanzado en todas las ciencias, somos capaces de afrontar casi cualquier tipo de enfermedad y poseemos tecnología para producir en abundancia y de forma sostenible para todos. Podemos resolver muchos problemas rápida y eficientemente, pero solo si logramos controlar la pérdida de energía que resulta de tantas tareas absurdas y tantos productos diseñados intencionalmente para una corta duración. No carecemos de empatía, ni somos un virus devorador, solo estamos inmersos en un modelo que se basa en el individualismo y la ineficiencia.
Por tanto, es necesario replantear los acuerdos establecidos, ya que de nada sirve un auto de lujo si las vías disponibles son caminos de herradura. La democracia orgánica se plantea como una opción que permite integrar las diversas capacidades humanas y el uso de la tecnología para el bienestar general, es la posibilidad de superar las desgastantes discusiones políticas tradicionales y enfocar nuestras energías en resolver problemas reales. Aún estamos a tiempo, somos los antepasados de una gran civilización por venir o los testigos mudos de una tragedia anunciada, de nosotros depende, aquí y ahora.
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